sábado, 3 de septiembre de 2011

LA MOSTRA DE VENECIA abre la nueva temporada cinematográfica.

Desde 1946, en el Palazzo del Cinema de la ciudad italiana de los canales, se lleva celebrando anualmente el Festival Internacional de Cine de Venecia. El evento es ya un icono del mundo cinematográfico y uno de los festivales europeos por excelencia que mejor recoge los últimos posos del glamour que pueda destilar el cine actual. Al estilo de Cannes, pero con menores dosis de desenfado y mayor elegancia, por Venecia desfilan multitud de famosos del celuloide (y de lo que no es el celuloide) dispuestos a pasar un buen rato y dejarse rodear por la esencia a clásico que desprende el festival.

Venecia abre la nueva temporada
del año, normalmente con films mucho mejores que lo que el verano ha ido arrastrando, aunque el de este 2011 no haya sido precisamente el peor (Súper 8, El Origen del planeta...). Este año, en el festival, está en boga la nueva de Polanski, "Un Dios Salvaje" con Kate Winslet, Cristoph Waltz, John C. Reilly y Jodie Foster como dos matrimonios con dificultades. También "Los Idus de Marzo", el nuevo trabajo de George Clooney como director, lo que permitió que éste luciera palmito ante los ávidos flashes. La película, que él no ha calificado como política, sino como "moral", se centra en el engranaje de unas elecciones en EE.UU, siendo su figura clave el actor Ryan Gosling, quien tras Blue Velvet o Drive, parece estar es todas partes. El provocativo director David Cronemberg presentó su historia sobre la rivalidad entre Sigmund Freud y Karl Jung con "Un método peligroso", y lo hizo acompañado de casi todo su reparto, entre ellos Keria Kngihtley, Viggo Mortensen y Michael Fassbender, un nombre, el de este último, a recordar en el futuro. No obstante, quien hasta ahoraha despertado más polémica ha sido la polifacética Madonna, directora en este caso de "E.W", un film dedicado a la figura de Wallis Simpson y protagonizado por Abbey Cornish. La cantante apareció cual diva sobre la alfombra roja con unas gafas rouge bastante eclécticas que, desde luego, no la hicieron pasar desapercibida. Otra cosa es su película, no muy bien recibida por los críticos.

La Mostra de Venecia sólo acaba de empezar, la primears proyecciones se ven poco a poco entre la Sala Grande y la Sala Volpi, y muchos más actores, directores y actrices coparán las portadas de los periódicos, reflejando que el cine aún es noticia. Habrá que esperar todavía una semana para saber quién se lleva el codiciado León de Oro a la mejor película. ¡Hagan sus apuestas!

sábado, 20 de agosto de 2011

Crítica del mes: SUPER 8

En pocas palabras: Super 8, mola
Ya no se trata de que la película en cuestión sea buena, mala, peor o mejor, sino que en resumidas cuentas es guay. En este film con nombre de celuloide, casi todo resulta redondo. Super 8 no es sólo entretenida, sino que
consigue algo importante: tener alma.
Su único pecado: que tanto la trama como el final no estén a la altura de las expectativas. Tiene todo lo que hay que tener para catalogarse como un clásico, aunque no tenga una originalidad de fábrica, pues bebe al 90% de las grandes películas de los 80, incluida su estética. Y es precisamente en estos aspectos donde la cinta rezuma la frescura necesaria para superar sus carencias. Le falta la intriga de los Goonies, por ejemplo, pues el espectador sabe ya, casi desde el primer cuarto, de qué va el asunto y su más que posible resolución. El final no sorprende a nadie, lo cual resulta llamativo, puesto que su guión intenta en todo momento ocultar el supuesto enigma, ya sea con enormes carteles amarillos y humo, o con la impagable promoción. Y es que, si en algo lleva esta producción la firma de Abrahams, más que en la factura del film (muy spielbergiana, puro tributo), es en el halo de misterio, merchandising y detalles cinéfilos que rodean al producto cinematográfico. En todo lo demás, la película resulta impecable. Y aporta algo más: ternura junto con un sentimiento en cierta medida dificil de definir: una mezcla entre valentía narrativa y una suerte de feliz nostalgia irresistible. Algo así como una camaradería intensa pero inteligente.

Super 8 está bien contada, haciendo mención especial al talentoso cast (padres incluidos), y sobre todo a los protagonistas: ese sexteto que sabe aportar a raudales la comedia y el gancho que una peli así necesita. Son quienes componen, precisamente, ese "alma" que mencionaba al principio (lo mejor: la escenas de rodaje). Además, si yo fuera Dakota Fanning me temblarían las piernas pues, hay que reconocerlo, su hermana Elle está sobresaliente. Su aura de inocencia transgresora cautiva sin dejar de sorprender con sus potentes dotes artísticas. Esta chica promete, y mucho.

Por otro lado, la espléndida banda sonora pertenece a Michael Giacchino, con el que J.J. Abrahams ya trabajó en Perdidos, y tanto la fotografía, como los movimientos de cámara o los excelentes efectos especiales (mención aparte para el increíble descarrilamiento), componen una base sólida y estilísticamente sabrosa sobre la que sustentar pizca de drama emocional, gags hilarantes, espíritu aventurero y esencia de juventud materializada en unos niños que ¡realmente parecen niños! Chavales haciendo maquetas y películas caseras en vez de dandole al videojuego, algo impensable hoy día. Da gusto ver a los protagonistas guardar su inocencia y mantener esa preadolescente irrefrenabilidad, a la vez que comienzan a madurar. Ellos completan esta fábula donde, además, la realidad y el cine se mezclan más allá de la pantalla. De ahí que uno de los mejores momentos del film sea la "otra" película. Si se quedan hasta el final, lo sabrán.

Yo, sinceramente, me lo he pasado estupendamente viéndola.

martes, 16 de agosto de 2011

MY BLUEBERRY NIGHTS

Hay algo en la película del director Won Kar Wai que invita a abandonar el cuerpo, a levitar y dejarse embrujar por el coctel de colores, sentimientos y sabores que azotan nuestros cinco sentidos e incluso llegan a despertar un sexto, escondido y cobijado por la voz de Norah Jones, desde que empieza el primer minuto de metraje.
El director hongkonés se sumerge a medias en el género roadmovie y relata una fábula sobre el reencuentro con uno mismo de una forma visual y narrativa, que ya tiene rubricada su firma desde hace tiempo. Esta película, como pasa con muy pocas otras obras del cine, no se ve, ni se escucha, sino que se degusta. Su fotografía, esa luz que varía igual que muta el fondo por el que viaja la protagonista, es una obra de artesanía visual incomparable. Su música, una banda sonora encabezada por la cantante Norah Jones, también protagonista de la cinta, y seguida a golpe de melodía existencial, de nana, y de ritmos lentos para paladear la vida por Cat Power, Gustavo Santaolalla, o Ry Cooder, es una delicia existencial suprema. Y su historia, que está protagonizada por una persona de vida sublimemente normal, resulta una narración tan humana como pura ilusión nacida del sombrero de un mago, ¡eh ahí el canto a la belleza de las pequeñas cosas!

Cuando la vida nos abate, nos parece querer decir el director, se abre la encrucijada de un camino, y tenemos que decidir quiénes somos. En la película son los detalles los que hablan de las personas, las metáforas, como la de ese pastel de arándanos abandonado al final del día o esas llaves postergadas al olvido, son quienes trazan el sutil encanto de la cotidiana rareza. Si, además, nos vemos acompañados por los ojos de Jude Law, en uno de sus papeles más seductores, y embriagados por el ambiente de un pedazo de Nueva York materializado en una cafetería donde uno podría vivir para siempre, es difícil querer salir de “My Blueberry Nights” una vez que se ha entrado.

Mis noches de arándanos es una historia de amor en todos los sentidos, de amor por uno mismo, de amor por el camino pero también por el destino, por el regreso a casa cuando encontramos a dónde poder volver. Escenificada mediante un ramillete de desconsolados personajes (Rachel Weisz, David Strathairn o Natalie Portman) abandonados a vivir cíclicamente, de pronto o quizá premeditadamente, éstos rompen con ese movimiento circular para dejar a sus pies tomar las riendas del camino. Elegir su dirección, mientras despiden con la mirada a la protagonista. El film se mueve por América nadando entre colores, desenterrando la humanidad que a veces nos consume y marcándonos la dirección hacia la puerta que dejamos abierta, una puerta que siempre está en Nueva York. La película nos seduce e invita a revelar dos grandes verdades: que la vida sabe a un beso y que ese beso sabe a noches de pastel con helado. Nada, incluso un bar oscuro o el árido desierto pueden romper la maravillosa estética, la sublime cadencia de un film que te arrulla sin dejarte indiferente.

Un film que sabe a música, color y arándanos.

domingo, 7 de agosto de 2011

BEGINNERS, principiantes en el amor.

Hay una serie de películas que saben capturar la humanidad en toda su dimensión, con sus caras y sus sombras. Y sobre todo desde una mirada "indie", tan poco comercial como para no perderse en derroteros manidos, pero con una intención lo suficientemenre rentable como para no perpetrar largometrajes que inviten al sueño. Son películas que hablan de la vida sin dejar de lado la esperanza y que saben aunar guión, actores, fotografía y banda sonora para generar iconos pop de cine. Entre ellas, está Beginners.

Lo mejor: La naturalidad con la que se representa la belleza de la imperfección humana.


Lo peor: Que no hayas ido aún a verla.


Sin desvelar ningún hecho clave, el punto de partida de la espléndida Beginners es el de un padre (Christopher Plummer) que tras confesarle a su hijo (Ewan McGregor) que es gay, se lanza a vivir la vida durante el tiempo que le queda y que, de una forma u otra, le insufla al protagonista el aire necesario para poder respirar, vivir y amar (a la francesa Mélanie Laurent).


Beginners es una película profundamente humana y ahí radica su belleza. Nos enseña tanto las dificultades del amor que ha de esconderse, como las diatribas de calado más existencial que hunden, como barcos a la deriva, a los amantes del siglo XXI. Habla del valor necesario para vivir e intentar ser feliz por encima de todo, sabiendo que la soledad aguarda a los que se van rindiendo. Su guión, dotado de una gran sensibilidad va acorde con la dirección del metraje, sin duda debido a que ambos le corresponden a un mismo autor, el director de la cinta Mike Mills, quien se inspiró en su propia vida para crear esta deliciosa historia.

De alguna forma el film nos espeta que todos somos principiantes cuando se trata de vivir, da igual la edad que tengamos, tenemos que enfrentarnos a un nuevo reto, y amar no es el más fácil. La película contrapone las barreras sociales del amor, frente a las que hoy en día nos ponemos a nosotros mismos. A la vez que habla de diferentes tipos de amor: algunos marchitos, cansados, silenciosos que culminan en la locura de vivir una representación teatral, hasta aquellos que nos salvan la vida y que no obstante, parecemos obcecados en destruir porque no sabemos ni quiénes somos. Al personaje de Mcgregor le falta pues, el valor que a Plummer, soberbio en su papel, le sobra.

Lo cierto es que todo está narrado con una sorprendente sensibilidad y naturalidad, enlazando cada parte del film en una estructura cambiante y retrospectiva que funciona con gran dinamismo. La película también goza de un ritmo agridulce que mejora a cada secuencia, animado con una música sutil que va calando en el espectador. Todos los actores hacen un trabajo especial y personal, y salen espléndidos en pantalla, pues Beginnes es una historia que se te queda en la retina dibujada con sabor a caramelo y regaliz negro. Y, seas o no amante de los Jack Russell, querrás llevarte a Arthur a casa.

lunes, 18 de julio de 2011

¡HASTA SIEMPRE, HARRY POTTER!

El final ha llegado. Tras 10 años de magia, Harry Potter se despide cinematográficamente y la generación que ha crecido con los libros y las películas se queda un poco huérfana, la verdad.

Como fan, ver “las Reliquias de la muerte Parte 2” fue todo un evento colectivo y una gran experiencia personal, llena de emoción, lagrimeo y una agridulce mezcla de tristeza y felicidad. Nunca he llevado bien las despedidas.

Durante la semana previa el mágico evento revisité todas las películas anteriores que pude, es decir las tres primeras. Ver de nuevo “La Piedra Filosofal” implicó un mazazo de emociones, la verdad. Fue como volver a Hogwarts por vacaciones, pero como todo en la vida, lo bueno siempre se acaba. Aunque existan los DVD´s y las maravillosas novelas, pasar página siempre duele y revivir la infancia, también trae un poquitín de nostalgia.

Lo cierto es que mucho ha cambiado en esta década, a parte de los peinados de los protagonistas. Casi todo lo mejorcito del cine british se ha dejado ver por el castillo de Hogwarts (el mejor personaje de la saga). Y las películas, al igual que los libros de Rowling, han ido aumentando su carga de oscuridad y drama a la misma velocidad que crecían Daniel Radcliffe, Rupert Grint y Emma Watson. La verdad es que juntando la excelente Parte 1 con esta segunda, nos encontramos con, posiblemente, el largometraje más maduro de una saga que lleva recolectados tantos éxitos como millones ha ido cargando a su espalda.

Las reliquias de la Muerte: Punto y final.

Una vez vista, hay que reconocer que la última entrega del mago no escatima en grandes efectos especiales (es de las pocas películas que, desde Avatar, ganan en 3D) y en general resume con gran fidelidad al libro lo que implica el fin de viaje para los protagonistas, el enfrentamiento con el destino, la muerte y el futuro. La película, ciertamente muy buena, regala grandes momentos cargados de emoción (Snape, Lupin y Tonks, el bosque), escenas épicas y llenas de acción (El duelo final, Gringotts, la batalla en el castillo) y, por qué no, secuencias agradablemente cómicas (al fin, ¡los besos!) y algunas de cierta vergüenza ajena (ese epílogo trasnochado). Aunque lo mejor de todo sea Hogwarts, espléndido y dispuesto a plantarle cara a la adversidad, con la dama Maggie – McGonagall- Smith, en pie de guerra.

Es cierto que parte de la magnificencia de esta Segunda Parte viene dada por el hecho de ser la última (habría sido un suicidio para David Yates, perpetrar una decepción para millones de fans), pero junto con su prólogo (esa madura “Parte 1”), compone un todo lleno de autenticidad con unos protagonistas que han sabido estar a la altura (Watson y Grint están excelentes. Radcliffe regala una actuación más irregular, pasando de una gran intensidad, a cierta frialdad escénica). Y en muchos casos es imposible reprimir la emoción desbordada ante determinados pasajes, de hecho, es casi como si el espectador estuviera allí, luchando. Además, los signos de calidad de la franquicia siguen intactos, es decir la maravillosa recreación artística de Stuart Craig o la delicada y personal música que Alexandre Desplat ha compuesto para acompañar los últimos sonidos de la saga.

No obstante, y aún siendo un espectáculo épico de grandes proporciones, le falta un minuto más al fuego para convertirse en algo brutal. La batalla de Hogwarts se desdibuja un tanto al fragmentarse y rechazar inexplicablemente los grandes duelos. Así como resulta una pena la exclusión de la impresionante imagen promocional de Hogwarts ardiendo en el metraje final. En cualquier caso, resulta difícil no disfrutar del gran espectáculo emocional y pirotécnico de esta última entrega. Parece mentira que ya haya acabado, y que nunca más vayamos a ver el símbolo de Warner Bros como precedente de esas míticas letras cinceladas en piedra y flotando entre las nubes… Eso sí, la saga ha terminado con un más que logrado punto final. Ha sido un evento épico, el magnífico adiós a un fenómeno generacional irrepetible.

Pero… ¿Hay algo después de Harry Potter?Como fan, diré que la vida sigue, pero que, no obstante, el brujo de la cicatriz en forma de rayo, Ron, Hermione y su magnífico mundo, difícilmente se podrán borrar de la memoria colectiva, de la historia de la literatura, del cine y bueno, de todo en general.

Hasta siempre, Harry Potter.

miércoles, 29 de junio de 2011

JUEGO DE TRONOS

Hace casi un año un rumor se convertía en realidad: La adaptación de Juego de Tronos en formato serie. Y hace tan sólo unos meses se estrenaba en la cadena HBO la primera temporada. Ésta, adapta la primera novela de la saga "Canción de Hielo y Fuego" creada por George R. R. Martin. En la actualidad es un hecho que "Juego de Tronos" es una de las mejores producciones televisivas de los últimos tiempos, y una de las más frescas contribuciones norteamericanas a la caja catódica en lo que va de año.

La adaptación televisiva se centra en la intrincada lucha de cuatro familias (Stark, Lannister, Baratheon y Targaryen) enfrentadas por sus rivalidades personales e intereses, y cuya meta es sentarse en el Trono de Hierro, ostentando así el poder sobre los Siete Reinos. La serie, una suerte de refinado y agudo Falcon Crest medieval, reúne grandes dosis de intriga, disputas políticas, mentiras, sexo y personajes manipuladores, cuya característica principal es su pronunciada ambigüedad. Pocos, de entre los muchos que salen, resultan ser prototípicos. No hay ni buenos ni malos, sólo una encarnizada lucha por el poder en la que todo vale. Y es que precisamente todo, en esta serie, rebosa calidad. Desde sus magníficos títulos de crédito, pasando por su heterogéneo y talentoso reparto, con algunas caras conocidas, como la del actor Sean Bean (Boromir en "El Señor de los Anillos"); hasta la sutileza de su guión, ágil en relatar con astucia los complejos tejemanejes que se traen los impredecibles personajes. De hecho, una de las marcas de la serie es su realismo y su falta de pudor a la hora de reflejar con verosimilitud y madurez una historia escrita para adultos. Juego de Tronos no es una fábula épica, sino una partida de ajedrez, de cuyo tablero es fácil caerse si no se trazan bien los movimientos.

Lo cierto es que el proyecto llevaba forjándose casi dos años, desde que Martin aceptó la oferta de los productores Dan Weiss y David Benioff, hasta que se rodó el capítulo piloto. Éste, como el resto de la serie, se rodó intentando mantener grandes dosis de realismo e intentando prescindir, en lo posible, de efectos digitales. Juego de Tronos ha sido, además, un proyecto íntimamente relacionado con su creador. El escritor, quien rechazó varias propuestas previas, intentando así mantener la integridad de sus creaciones, ha estado muy involucrado en el proyecto. Tanto es así, que él mismo escribirá el guión de un capítulo por temporada. De la primera, suyo es "The pointy end", y hasta la fecha hay apalabradas siete más de unos diez capítulos, para recoger las tramas de seis libros.

La primera temporada terminó el 19 de Junio en EE.UU y el pasado 11 de Julio en España, de la mano de Canal +, que la ha venido emitiendo en castellano. El último episodio fue "Fire and blood", el cual resultó tan adictivo, si cabe, como el resto de la serie. Para continuar con la trama habrá que esperar hasta la próxima primavera, cuando comiencen a emitirse los nuevos capítulos de la segunda temporada. Mientras llega abril de 2012, se puede intentar pasar el mono leyendo el resto de tomos de la saga, entrando en la página web dedicada de Canal + o en la de la cadena HBO . Pues, tal y como reza el lema de la familia Stark, "el invierno se acerca".

jueves, 26 de mayo de 2011

MIDNIGHT IN PARIS

Cuando el espectador va a ver una nueva película de Woody Allen no sabe bien con qué se va a encontrar. Puede que sea una mítica (Annie Hall), un homenaje (Manhattan), una sátira (Si la cosa funciona), un drama (Match Point), una mediocre (Vicky Christina Barcelona), una olvidable (You´ll meet a tall dark stranger) o una joya, una exquisita e inmemorial delicia: Midnight in Paris.

A la postre, lo importante es que el espectador va al cine por Allen y en la mayor parte de las ocasiones sale pensando “lo ha vuelto a hacer”. En el caso de la película que nos ocupa, ha realizado posiblemente su mejor trabajo.

Midnight in Paris no se ve, se degusta. Es una obra redonda, y, además, original (algo difícil de encontrar hoy en día). Owen Wilson resulta ser un actor espléndido (que anda por ahí totalmente desaprovechado), y el esperpéntico guión es difícil de describir, ¿lo mejor? ir, comprar las entradas y vivirlo in situ, que nadie le destripe ni la trama, ni las ironías, ni la brillantez de las frases. Los personajes (todos) resultan de lo mejor de la cinta (sólo me chirría, no sé muy bien por qué, Marion Cotillard) y el genuino contraste entre la familia adinerada made in América y el espíritu bohemio del escritor crean la base de la comedia. Más tarde, la sorpresa nocturna (esa que nadie debe destriparles), dibuja la metáfora de la atemporal pregunta: “¿estamos a gusto con nuestra vida?”.

En fin, nada (incluido el estupendo cartel) se salva de convertir la película en una auténtica maravilla. Todo, en esta medianoche, sabe, además, a la ciudad de la luz. Es un homenaje al mejor París, a esa ciudad fotogénica que tan fácil roba el corazón. Y lo hace perdiéndose no sólo en su ventrículo más rodado, sino en el otro, en el que sólo luce como es debido cuando el reloj da las doce.

Vayan a verla ¡ya! Sin falta.

miércoles, 4 de mayo de 2011

THOR, esto sí que es un Dios.

¿Qué porque, de entre todas las películas que hay, hago una macro-crítica de THOR?
Porque es la caña. La mejor película de la factoría Marvel que he visto en estos últimos años. Mucho mejor que la última X-MEN (infumable) y sus spin-off, mucho mejor que Spiderman uno, dos y tres, (que las dos primeras no son malas, conste, sólo la tercera, otra catástrofe) o el reboot de Superman. Se salvan los Batman de Nolan, porque son brillantes, y tan oscuros como el traje del protagonista.

En cualquier caso, Thor, con su martillo, se las ha cargado a todas de un mazazo.

Me senté en la butaca, con mis gafas de 3D (el único elemento algo innecesario, no hay una diferencia abismal entre la versión tridimensional y la bi), y ya no volví a levantarme. Me quedé tan pegada a la butaca como con la primera de Iron Man, y Thor, incluso, me parece mejor que ésta. Es un producto que rebosa frescura, una peli de Marvel con tinte de clásico instantáneo. Una fuente de versatilidad, originalidad, falta de complejos y naturalidad, cuyo guión se basa en discurrir de forma más bien verosímil que realista, todo es tan improbable como en la vida real, y de ahí que el espectador pueda identificarse incluso con el Dios del trueno.

Su éxito quizá se deba a que su trama se desarrolla más entre los decorados (impresionantes) del mundo fantástico, que entre los “pim pam pums” que se suelen pegar los súper-héroes en la tierra con tanto afán de protegerla. Déjenla explotar, quizá se lo merezca. Además, Thor resulta ser un tío normal, un personaje carismático al que, eso sí, el traje de friki salido de la Comic Con de San Diego le sienta como un Armani. Chris Hemsworth deja claro que es un Dios en la tierra, y no sólo por sus abdominales a camisa descubierta que han hecho suspirar a media sala, sino por sus dotes actorales que hacen frente incluso al grandísimo Anthony Hopkins (Odín, el Top 1 de los Reyes), que encuentra, después de tiempo, un papel hecho a su medida.

Puede que ésta peli sobre el vikingo de la capa y el martillo tenga momentos de flaqueza, precisamente porque tiende a la cursilería efímera, a la moraleja de cuento. Aún así sabe reponerse de esos ínfimos lapsus momentáneos y reafirmar que no hay chicas potentes, que no hay batallas por la Humanidad, que no hay superhéroes, y que no los necesita porque tiene hombres de honor, recuperando un así un concepto mucho más legendario que el de simplemente salvar al prójimo “porque sí”. Thor tiene que aprender una lección de humildad y su padre, que lo destierra, elige la tierra como academia. Allí, despojado de su viril martillo, el rubito de Asgard tiene que lidiar no sólo con el hecho de que romper tazas contra el suelo no atrae más café sino que sin amigos y bueno, sin Natalie Portman (que interpreta a la física Jane Foster) la vida pierde más de un aliciente. Así, curiosamente, en cuanto recupera su martillo, el film ve cómo se escapa el humor que venía arrastrando. Un humor no especialmente sofisticado, pero de nuevo muy humano que funciona en ésta fábula cinematográfica dirigida por Kenneth Branagh, quien precisamente la dota de ese aire Shakespiriano de luchas internas del protagonista. En fin, que una vez el héroe vuelve a calzarse las botas de príncipe heredero y vengador, se da paso a las batallas de sangre contra sangre y al desenlace que, muy a la altura, usa un buen abanico de recursos y nos deja con las vistas de la ciudad dorada (y su castillo-órgano en el medio). Es una batalla intensa, aunque épica es la del primer cuarto, en plena tierra helada, donde el martillo, auténtico prota, demuestra cómo se las gasta y no deja títere con cabeza. ¿Para qué filmar The Avengers cuando semejante artilugio se basta y se sobra? Yo, también quiero uno.

En resumen, este Thor es un film dinámico, divertido, que sabe mantener los tempos y crear personajes con gancho (esos múltiples secundarios), en el que ¡por fin! hay un beso sensual de los buenos, y donde la dirección artística se ha currado un universo-joya increíble de ver. El reparto muy a la altura, borda cada papel y el guión, limpio y claro no se pierde en nimiedades relatando una epopeya pedagógica con grandes dosis de épica. Thor, el más sexy de los héroes, está cincelado para perdurar.

lunes, 4 de abril de 2011

NEVER LET ME GO

La primera vez que pude ver en el cine el tráiler de Never Let Me Go, o como nos ha gustado (mal) traducirla en España “Nunca me abandones”, me quedé fascinada. Y desde ese momento, en el que algo en mi cuerpo se convulsionó, supe que quería verla. Así esperé varios meses a que la estrenasen en tierras patrias (incluida una semana de retraso y drama), y la degusté en pantalla grande, con amiga para charla post-cine Starbucks y debate, y lacasitos para superar el lagrimeo interior.

Cuando vi el tráiler, me conquistaron, así, en principio, la aparición de tres pesos pesados como Keira Knightley, Carey Mulligan y Andrew Garfield. La primera que había estado medio desaparecida salía de entre las tinieblas, la segunda era una potente futura estrella, que película que hace, película en la que eclipsa al resto del reparto; y el tercero un atractivo y talentoso inglés más conocido hasta el momento por el tirón facebook y por ser el futuro Spidey, que por su Bafta a mejor actor de TV por Boy A hace un par de añitos.

Y sabía, también, que había un misterio, intenté no enterarme pero de forma infructuosa, porque leer Cinemanía, Fotogramas y toda revista de cine que se tercie e intentar preservar la inocencia del argumento no van a la par. Luego, resultó que lo contaban a los 20 minutos de la trama… Pero como mi intención poco secreta es la de analizar la película, si no quieres descubrir de que va toda esta historia, no sigas leyendo o como se hace en otras publicaciones, estate atento porque hay ¡¡Spoilers!!

Comentario: A grandes rasgos, o en una crítica sin spoilers (de momento), opino que Nunca me dejes marchar (lo auto-traduzco a mi gusto) es un film tristísimo y desalentador, rodado, eso sí, de forma muy poética que habla sobre emociones muy humanas, y precisamente de preguntarse qué es lo que nos hace humanos va el tema. El final es demoledor, como en sí mismo el mensaje, que se diluye más en lo que no se dice, que en lo que sí. Un drama sin esperanza, que planea con belleza sobre el amor para aterrizar en Carey Mulligan, que está brillante.

Pero poniéndonos serios, lo cierto es que la película, porque la novela en que se basa, del aclamado Kazuo ishiguro, no la he leído (aunque quiero), habla precisamente de –no dejar marchar- o de su opuesto, de dejar ir a quien amas, sin oposición, pero con virulencia interna. Hay temas éticos a tratar, temas sociales, temas de distopía pero en pasado, que tendrá un término pero lo desconozco, y al cabo, de sensaciones humanas. Y precisamente, ¿qué es lo que nos hace humanos? Es la pregunta clave del film y del proceso interno de todos los personajes.

Cathy, Ruth y Tommy, los tres protagonistas, son personajes que se caracterizan por sus graves problemas de comunicación y de transmisión de sus sentimientos, un hecho que da lugar a varias de las escenas cumbres del film, como la ¿declaración? de Tommy a Cathy, llena de una hermosura tan naif como el personaje que la protagoniza. Se caracterizan, también, por su mansedad, no son sólo clones, sino corderos educados en una jaula sin barrotes, para ser donantes de órganos.

Viven en un colegio donde les educan desde la tierna infancia para servir a un fin, su vida tiene un sentido único, el de dar vida a otros, ser buenos donantes, aunque ello les lleve a la muerte. Cathy describe su existencia de forma clara “lo mejor es que lleguen a Cumplir (sus pacientes) la primera vez” es decir, conseguir que se decidan a morir la primera vez que son intervenidos. Ese es su destino, no una consecuencia (como en nuestro caso) inevitable de la vida. Lo que verdaderamente destaca pues, es que sabiendo lo atroz de su final, no se revelen. Se les entiende, en el fondo, pues la única realidad que conocen, a pesar de no vivir totalmente aislados del mundo, es la de crecer, con una caducidad limitada, durante una existencia cuyo propósito no es el de vivir, sino el de dar sin recibir y finalmente claudicar sobre la mesa de operaciones.

Pero el planteamiento principal del film es el de ¿qué es lo que nos hace humanos?

“Buscábamos si teníais alma” les dice al final, el personaje de Charlotte Rampling, “criaturas” son denominados en otro momento. Nunca son realmente considerados por las personas como iguales, sino como soluciones químico-biológicas nacidas de una probeta copiando los genes, como dice Ruth “de la escoria” social. Así pues, quizá no fuera el alma o los dibujos de Tommy, sino el amor lo que les humanizase al máximo, lo único que, en cierta medida, les hiciera echar de menos la vida que van a perder. Un amor, eso sí, sin lucha, un amor sólo de resignación y sufrimiento. Y, en contrapunto, lo que más les deshumaniza es precisamente la apatía del condenado a muerte, su falta del afán de supervivencia. La falta de insurrección.

Los sentimientos de los protagonistas ante estas dos realidades duales y bipolares se materializan en el miedo a la soledad de Ruth, la infantilidad de Tommy y la fría resignación (a favor del cumplimiento del deber) de Cathy.

El Aplazamiento resulta ser una metáfora clara de la esperanza en un futuro que no existe, y el único conato de lucha. Tommy, un personaje basado en la profunda inocencia de su carácter, parece no ser consciente de lo que le espera, pero sus dibujos, dibujos con ¿alma?, testimonian el amor que siente hacia Cathy, así no se trata ya de que tenga esperanza, sino de que ese amor que les humaniza, es lo único que les retiene. Y es precisamente la pérdida del aplazamiento, la pérdida de la esperanza, lo que desarma y desespera a Tommy en otro de los momentos más trágicos de la cinta (ese grito frente a los faros del coche). Son humanos, sufren, pero su camino hacia la muerte es la paradoja que les condena.

Otra cuestión interesante es la fatídica desesperanza del personaje de Ruth, abocado al dolor, la soledad más absoluta (precisamente porque no tiene amor) y quien más profunda e intensamente entiende y se revuelve ante la idea de morir; frente al personaje de Cathy, frío, silencioso, inteligente y avispado, que no sólo comprende la situación, sino que la acata, se hace Cuidadora de aquellos que esperan la muerte, para más tarde, esperarla ella también. Es el producto casi perfecto, un donante que jamás se opondrá a su destino y que, sin embargo, huye inconscientemente de él, perdiendo a quien más ama por el camino. Así, desperdicia 10 años de su vida separada del amor de su vida, porque carece del arrojo suficiente (¿de la humanidad suficiente?) para actuar, para decidir, para vivir. Es un espíritu complejo que parece derrumbarse durante el desgarrador final, cuando llora, al fin, esperando a que Tommy regrese de un limbo al que están todos destinados, degradándose en el proceso, como androides de carne.

En última instancia, cabe, evidentemente, hablar de los planteamientos éticos del film, aquello de vivir mientras otros mueren en una sociedad ¿civilizada? Incitar, en una suerte de campos de exterminio, el deterioro de cuerpos jóvenes, de no-personas sin alma, que no contemplan el futuro más que como el “Cumplir”, el peor sinónimo de muerte y que resume lo ya obvio: que el más allá es su mayor aspiración, su matrícula de honor. Y algo que, inesperadamente les iguala ante esas personas que despiadadamente les crean como incubadoras de vida, pues al cabo: todos cumplimos.

Inevitabilidad e impotencia irrumpen en el alma del espectador atento, en esta cinta tan fría como su protagonista, pero tan cargada de un dramatismo existencial implícito que es imposible no sobrecogerse un poco ante este extraña oda poética sobre el fin de la vida, el amor y lo que nos define. En un ambiente old fashioned de los 50 – 60, la filosofía y el vacío de vivir se abren un hueco en el escaparate de ciencia ficción que plantea los dilemas de Never Let Me Go.

sábado, 12 de marzo de 2011

THE 38rd OSCAR ACADEMY AWARDS

La gala número 83 de los premios Oscar no será recordada como una ceremonia irreverente, divertida y animada, sino como una entrega de galardones dorados más bien sosa, falta de un guión agudo, de sorpresas, espectáculo y sobre todo, ritmo (a pesar de que fuera casi 20 minutos más corta que su predecesora). La postura apática de James franco ha levantado una gran polémica que prácticamente demonizaba la figura del joven actor y ensalzaba, en contraste, la de su partenaire, Anne Hathaway. La realidad es una incógnita, ¿era el guión de Franco tan malo? o ¿lo destrozó él con su falta de actitud? Cualquiera de las dos opciones resulta ridícula. Hathaway, pizpireta (y algo sobreactuada) hizo lo que pudo con una gala sin gancho. ¿Qué salvó la ceremonia? Pues la magnífica y sublime escenografía, en una retrospectiva que rememoraba los grandes logros pasados; unos presentadores que parecían pasárselo mejor que algunos invitados (reconozco que el mejor público de este año ha sido el de los Bafta´s), y unas películas nominadas llenas de calidad y de talento. No hablamos pues de una gala “mala” como muchos críticos tienden a exponer, sino de una gala, en sí misma, un poco falta de glamour, y mucho más anticuada de lo que se podía esperar, cuando los videos de promoción de los presentadores hacían más gracia que las tres horas de ceremonia que se televisaron.


"El Discurso del Rey" se coronó como mejor film del año, una decepción para mí, pues opino que "Cisne Negro" era un film redondo y buenísimo o que incluso la "Red Social" tenía más arrojo que la finalmente ganadora, un excelente empaque británico que sin embargo no aportaba nada nuevo al panorama. Me sorprendió muchísimo el premio a Tom Hooper como mejor director por “El Discurso del rey”, de hecho, se me desencajó la mandíbula. El resto de los premios estuvieron más o menos cantados (secundarios, protagonistas) y verdaderamente TODOS eran más que MERECIDOS, con discursos algo sosos (Firth y Portman) o salerosos y extravagantes (Bale y Leo). "Origen" consiguió, al menos, llevarse cuatro merecidísimos premios técnicos y "La Red Social" (qué guapo estaba Andrew Garfield, aún sin nominación) se llevó un Oscar inaudito por mejor BSO y otro correspondido por mejor guión, además del de montaje. "Valor de Ley", "127 horas" y "Los Chicos están Bien" se fueron de manos vacías, pero todas las películas dejaron el listón muy alto, pues la entrega de premios número 83 rebosaba auténtico talento.


Sobre el look-Oscar 2011, destaco el maravilloso, adecuado y coqueto look de la talentosa (y joven) Halee Stenfield. Así como los estilismos de Cate Blanchet, Anne Hathaway en sus múltiples facetas, Mila Kunis, Halle Berry, Mandy Moore y Michelle Williams. Durante la gala, Reese Witherspoon salió guapísima, al igual que Jude Law y Robert Downey Jr, no así Catherine Bigelow o Bardem y Brolin, auch! EN 20 APUNTES, LO MEJOR Y LO PEOR DE LA GALA





LO PEOR


1-Que el beso entre Barden y Brolin fuera eliminado para la audiencia televisiva. ¿No aprenden estos americanos a ser menos mojigatos? 2-La vergüenza ajena que uno tenía al ver a Kirk Douglas, vital, pero inadecuado. O el cargante discurso de Melisa Leo, falso, recargado y largo. 3-La pareja Pe+Bardem, uno tan de blanco y la otra tan de rojo. Y la falta de actores que dieran vida a la noche (George Clooney, Meryl Streep, Jack Nicholson) en las gradas del Kodadk Theatre. 4-El botox de Billy Cristal, que nos recordó lo mal que pasa el tiempo para algunos actores y en general para las galas, que no remontan. 5-Las caras apáticas y bizarras de James Franco. Y bueno, su extraña actitud durante la gala. 6-La sorprendente (y excesiva) delgadez de Jennifer Hudson, en contraste con la lozanía de Jeremy Renner, muy guapete y gracioso, abrigando a la periodista de Canal + en los previos. 7-Los despistes en el recordatorio a los difuntos: ¿Dónde estaban Berlanga y María Schneider? 8-Las más que sosas (y mal interpretadas) canciones de la gala, no amenizaron nada, sino más bien lo contrario. Junto con la quietud (o sosería) de los discursos, que tampoco ayudaron. 9-El pastelosísimo final coral cantando sobre el arcoíris, que sólo se salvó por la aparición de los ganadores de fondo. 10-El maleducado discurso televisivo de Pepe Colubí, así como el aburrido (y falto en destreza) programa de Canal +. Cansinos.


LO MEJOR 1-La hilarante presentación de los Oscar por sus presentadores (valga la redundancia), bajando en el ascensor de Origen y sobre todo el momento “pato marrón”. 2-La maravillosa escenografía de la gala, rememorando películas míticas como “Lo que el viento se llevó” “Titanic” o “El señor de los Anillos”. 3-Las salerosas (y orgullosas) abuelas de Hathaway y Franco. Y el momento glorioso de éste, vestido de Marylin. 4-La aparición de Kirk Douglas, viejecito pero con más vitalidad (eso sí) que algunos jóvenes de hoy. Su momento bastón fue muy divertido, al igual que sus “you know” incansables. 5-La “coña” improvisada de Justin Timberlake al respecto, justo antes de abrir el sobre, junto a Mila Kunis. 6-La sátira musical a las películas Harry Potter, La Red Social y Crepúsculo (He doesn´t have a shirt?). 7-El magnífico interludio dedicado a las grandes (y míticas) bandas sonoras de la historia del cine, con orquesta en directo. 8-La complicidad y vis cómica de los presentadores Russell Brand y Hellen Mirren. Así como el tándem Jude Law – Downey Jr, geniales (y sexys). 9-La retrospectiva de los grandes momentos de ceremonias anteriores, como el teatro chino de los Ángeles como fondo al premio a Mejor Película, o la re-presentación de Bob (holograma) Hope, dando un premio. 10-La emotiva aparición del gran actor Ellie Wallach; y la mención al genial Jeff Bridges “¿no has tenido suficiente?”, le dijo Sandra Bullock.

sábado, 26 de febrero de 2011

OSCAR 2011 ¡Las mejores películas!

Los Oscar ¡ya están aquí! Mañana 27 de Febrero se dará a conocer qué película se alza ganadora como mejor de la categoría Y como buena e intrépida cinéfila que soy, repaso mis opiniones sobre todos los filmes nominados que me ha dado tiempo a ver (True Grit, Cisne Negro, The kids´re alright, The fighter, El discurso del rey, origen y la Red social). En el tintero se han quedado 127 hours, Toy Story 3, y la aún no estrenada en España, Winter´s Bone.

Mañana va a ser una madrugada excitante llena de chocolate, vestidos, emoción (alguna sopresa postivia, espero) y mucha ilusión. Adoro los Oscar, hablar de cine, ver cine y bueno, acertar en las quinielas!


Añadiendo un poco de leña al fuego, echo de menos la nominación de Nolan como mejor director, la de Jualine Moore o la de Andrew Garfield por su excelente papel en la Red Social. Espero fervientemente que se haga algo de justicia y Cisne Negro sea mejor película, y que su prota (aunque está cantado) se lleve la estatuilla por mejor actriz. Espero también que Zimmer se lleve el Oscar por mejor BSO y no me importará que Firth se lleve el suyo a casa (otro cantado, y merecido), o que la red Social gane mejor director (el genial David Fincher) o mejor guión, lo más acertado de la cinta. Las apuestas están hechas y la suerte echada. Aquí van mis humildes críticas:


TRUE GRIT (Valor de ley) (****)

Es de los Cohen, pero está llena de un dinamismo que hace corto el periplo de los protagonistas durante las dos horas de metraje. Las actuaciones son soverbias, sobre todo la de Hailee Stanfield (no entiendo como está nominada por secundaria, cuando es bien protagonista) tan talentosa como su aguerrido personaje, y Bridges, perfecto (qué voz!). Incluso Damon, en su papel de pijo ranger de Texas, está soverbio. Lo que destila calidad es el intrépido y agudo guion, la espléndida fotografía (el paisaje y la luz son parte firme de la cinta. Y el encuadre del desenlace es brillante) y la música sutil y vaquera de Carter Burwell. La historia destila ambiente western, pero depurado, rediseñando un clásico ya pasado por las cartucheras de John Wayne, pero que sigue sobresaliendo por esos valores que su título ensalza, el honor medievalesco modernizado, puro Valor de Ley.


LOS CHICOS ESTÁN BIEN (****) Es una película que habla sobre la familia, simple y llana, y de sus traumas cotidianos. Poco importa si es o no una pareja de "mamás" la que corona el árbol. La gran naturalidad, sensibilidad y desparpajo del guión y la dirección, permiten visionar un film lleno de frescura, vitalidad y sinceridad. Sin artificio. Annette Bening está soverbia, pero también Juliane Moore, muy bien compenetradas. El resto del reparto (incluida esa estática, rebelde y perdida Waschikowska) es capaz de mantener, con pocas manos, el peso del drama. Contada con pinceladas grises, la trama se queda a medio camino del drama y la comedia sencilla. El final deja un cabo suelto (adrede): el de Marck Ruffalo (desenfadado, sexy y talentoso), personaje que resulta ser el detonante de todos los problemas, inseguridades y falta de comunicación y afecto de la familia de Jules y Nic. La cuestión resulta pues no tanto si hay que crear familas "modernas" como ¿qué derecho tiene alguien a irrumpir en la vida de otros? Haber dado sentido a algo, no tiene porque implicar formar parte de ello. Un guión lleno de matices, donde la relación entre Bening y Moore (donde no hay un estereotipo definido, algo que me parece bastante realista) resulta clave para el brillo de este estupendo film.



CISNE NEGRO (*****) Es sublimemente aterradora. La actuación de Natalie Portman es gloriosa, poderosa, teorrorífica, perfecta. Es la historia de la transformación de una persona en sus peores psicosis. El cisne blanco... ingenuo, contenido, sistemático y el cisne negro... el éxtasis. Nina, la protagonista, se ve inmersa en la búsqueda de la perfección, y en ello recae extraer el lado más oscuro de su inestable personalidad. En este proceso el personaje se pierde y se abandona a una caída libre dolorosa tanto para ella como para el espectador. La música del lago de los cisnes acompaña un guión con tintes de psicodrama y de film de terror, para remarcar con atrayentes (y desconcertantes) personajes secundarios, a la sublime Portman, que lleva en su registro de gestos y sutilezas el estallido de la película, el peso del drama. Es un film increible de principio a fin. Una pasada, no apta para todos los públicos.


THE FIGHTER (*****) Es una película mucho más dinámica y menos socura de lo que se pueda esperar. Es definitvamente espectacular, con un reparto excelente y lleno de talento. Bale hace un papelón, igual que Melissa Leo, Amy Adams e incluso Walbergh (muy contenido). El guión y la música son realmente buenos, y aunque hay partes muy duras, sales del cine con la sensación de triunfo de los protagonistas. Es en el fondo, una historia uqe habla sobre la familia en toda su deimensión.


EL DISCURSO DEL REY (****) Colin Firth, que es todo un actorazo british, desarrolla en esta cinta todo su talento cara a cara a otro peso pesado, el genial Geofrey Rush. No es ésta más que la historia de dos hombres que necesitaban encontrar su lugar y su peso en el mundo, uno como rey, y el otro, como profesional. El guión está lleno de sutilezas, y la ambientación y el vestuario más que a la altura de una película de gran calidad artística y actoral, muy recomendable, y sobre todo en VOS. Espero seriamente que Firth se lleve el Oscar y todo premio que caiga en su camino, porque lo merece por éste, y el resto de sus papeles. Estupenda película.


LA RED SOCIAL (****)

Es una excelente película, donde todo, desde la fotografía, el guión o el elenco de actores, la cadencia y la trama, conforman un drama de altísimo nivel, muy a la altura de su director David Fincher. Sin embargo no creo que sea un clásico, creo que es una gran película, pero le falta un toque esencial, una marca que deja huella en el espectador y que va más allá de la filmico. Nunca podrá ser la naranja mecánica, ni el club de la lucha, ni El Señor de los Anillos, ni Mouline Rouge o Gladiator, películas que contenían una esencia por encima de ellas mismas. Dicho esto (más que nada, reflexión surgida de las altísimas califiaciones de revistas como Cinemanía o Fotogramas) salí ecantanda del cine, porque disfruté mucho, pero me embriagaba una doble sensación agridulce, pues el drama de Eduardo Severin y Matt Zuckerberg deja un calado en el espectador, pero la película tiene un ritmo muy ameno y nada acelerado que está plagado de momentos que reposan el drama, además Andrew Garfield está estupendo.


La película traza las líneas argumentales de la vida: es decir que habla sobre el amor, falta de él, la competitividad, la amistad, la pérdida de ella, la traición, la inteligencia, las buenas ideas, las malas acciones y el éxito o la decepción. Todo está en La Red Social, que toma a Facebook como reclamo pero que habla de mucho más. Explora la complejidad humana y su facilidad para crear y deshacer con la misma celeridad y precisión. El guión es una maravilla, y en la primera escena entre la futura estrella del Millenium americano, Rooney Mara y el clavadito a Zuckerberg, Jesse Eisenberg (en ese bar de la elitista, clasista y un tanto prepotente y sobrevalorada Harvard tal y como se refleja en el film) se deja más que claro cómo y a dónde quiere llegar el protagonista. Y también se refleja el mayor trauma de éste, es decir la pérdida de esa novia que recuerda mucho al fantasma de la navidad pasada de Dickens, y que le deja claro al tío con más amigos cibernéticos y menos reales del mundo, lo que es: un gilipollas.

ORIGEN (*****) Es brillante, es... ALUCINANTE! Combina a la perfección un guión inteligentísimo, un cast inmejorable (con un DiCaprio sobresaliente!), un montaje, fotografía y música maravillosas (Hans Zimmer es brillante) que componen un ritmo dinámico dentro del comecocos de una trama fascinante! Nolan recrea un imaginario sutil, profundo y hermoso que crea la base de un taquillazo con cabeza y alma de mito, amado y odiado a partes iguales. Aunque minusvalorada por la crítica de los Oscar, es, junto a Cisne Negro, lo mejorcito del año. Una Matrícula de Honor directa!

domingo, 20 de febrero de 2011

CRÓNICA DE UNOS BODRIO-GOYAS

Sí en efecto, la han vuelto a fastidiar, de poco sirivió el Teatro real como marco incomparable, ni importó que repitiera Buenafuente, pues tan sólo se consiguió una gala aburrida, falta de ritmo y sorpresas, y cuyo guión no hacía la menor gracia. Además, a falta de un público entregado, el único que parecía disfrutar era el tándem formado por Pilar y Javier Bardem. El resto de las gradas de actores, por no hacer, ni siquiera aplaudían o fingían una sonrisa. Muy triste. ¿Quieren que veamos cine español y ni siquiera saben hacer una gala en condiciones? Por encima de la polémica Sinde-De la Iglesia, primó el buen cine. Pa Negre resultó ser la vencedora con diferencia, con Goyas a los dos actores revelación, a la mejor actriz secundaria y protagonista, al mejor guión, mejor director y mejor película. Mientras, También la Lluvia tuvo que conformase con un mejor actor secundario para Karra Elejalde, cuyo discurso agotó ya el primer cuarto de la gala, Javier Bardem se llevó el Goya a mejor actor principal por Biutiful, y Balada Triste de Trompeta se quedó con las ganas. Proporcionalmente, Buried también salió contenta, con dos merecidísimos Goyas. En cuestión de estilo sobresalieron Silvia Abascal, con un vestido lleno de glamour en blanco y negro con lentejuelas, María Valverde (que sin embargo suspendió con ese horrible peinado) y Elena Anaya, de verde vaporoso. Ninguna de las tres tenía nada que envidiar a las estrellas de los Bafta´s, donde las invitadas no lucieron sus mejores galas, aunque sí que fuera mucho mejor su "gala", que terminó justo cuando empezaba la nuestra.


-En 20 claves: Lo mejor y lo peor de los Goya´s 2011 Lo mejór… 1 El momento canción, uno de los más frescos de la gala, protagonizado entre otros por Paco león y Luís Tosar, que demostró que además de ser buen actor y hacer break dance, sabe cantar. 2 Que Buried se llevase dos más que merecidos premios: mejor guión y mejor montaje. 3 El crudo discurso de Alex de la Iglesia. 4 El buen talante y savoir faire de Rosa María Sardá y Puigcorbé, donde hay calidad hay calidad. El desparpajo de Loles León y Carmen Machí como presentadoras momentáneas, y el tiento de Lola Dueñas, tras el momento Jimmy Jump. 5 El video de Buried en versión concurso televisivo, el único de los sketches que hizo gracia. Y el momento dibujos animados, otro de los pocos que divirtieron, con un Santiago Segura haciendo promoción de Torrente 4. 6 La natural actitud de Marina Comas, monísima recibiendo su Goya entre lágrimas, y la de Laia Marull, merecidísimo premio a mejor actriz secundaria por Pa Negre, con lo que redondea su carrera (ya tiene el Goya por mejor actriz revelación y mejor actriz protagonista). 7 Carlos Areces, cuya falta de nominación resulta escandalosa, y sus chistes al respecto. 8 La reivindicación de Mariscal, a favor de la pantalla grande, a pesar de su discurso deshilvanado. Y el comentarista de TVE, de lo poco de calidad de la gala. 9 “Mi hija lo único que quiere es la foto firmada de Mario casas” parte de un discurso que ejemplifica la naturaleza del público de las salas, y que poco se reconoce en la Academia. 10 El Dios-Resines, y la trampilla, otros de los pocos buenos momentos de la gala. Así como el final de Buenafuente, que empezaba la gala marcando paquete mientras descendía de los cielos y que la acababa yendo hacia los infiernos. Que el final de una gala sea lo mejor, da que pensar.



Lo peor… 1 El momento micrófono de Buena fuente, patético, nada gracioso e innecesario. 2 El extenuante, preparadísimo y larguísimo discurso de Karra Elejalde. 3 La triste copia del modo de presentación de los premios a mejor actor y actriz, calcados de los Oscar 2010. 4 La duración, larga y tediosa. 5 La postura de Pajín, que no aplaudió a Alex de la Iglesia tras su discurso. 6 En general la falta de chispa, de chascarrillos y sorpresas en los premios. 7 Que la gala del año anterior consiguiera ser buena y hayan pifiado la de este año, que encima era 25 aniversario. 8 La falta de chistes críticos y ácidos en el guión de Buenafuente. 9 La cara de decepción mal suavizada de Carolina Bang. Tronchante en contraste con la deportividad de Aura Garrido, guapísima. 10 Que Bardem recibiera más aplausos que el Dalai Lama, y el resto de la gala se quedase falta de ellos, siendo la madre de Buenafuente el público más entregado.